En el Pueblo Mágico de Zacatlán, en Puebla, la sidra es una de las bebidas típicas por excelencia, con una historia de producción de este fruto de casi 100 años, donde es posible conocer sus procesos de elaboración.
A tres horas de la Ciudad de México en Puebla se encuentra este Pueblo Mágico, que popularmente es conocido como "Zacatlán de las manzanas".
Es conocido con este nombre así porque en él se puede encontrar más de 18 variedades de este fruto, con las cuales se elaboran la famosa sidra que se usa para los brindis de Navidad y Año Nuevo, además de refrescos, diversos tipos de dulces y algunos licores.
La historia de la sidra en Zacatlán tiene casi un siglo, de acuerdo con la agencia EFE. Se dice que en 1928 el señor Gilberto Martínez Pérez fundó la primera fábrica de sidra artesanal; luego, con el tiempo las familias del lugar comenzaron a aprender esta labor convirtiendo a Zacatlán en el primer productor de sidra en México.
Normalmente, la recolección de manzanas comienza en julio y durante los siguientes 3 meses se traslada a las fábricas para la extracción del jugo; después pasa todo un año en fermentación. En septiembre empieza propiamente la elaboración de la sidra y los refrescos, con el jugo extraído el año anterior, explica EFE.
Por eso tu visita a Zacatlán no está completa sin hacer una degustación de sidra artesanal y un tour por algunas de las fábricas que rodean al Pueblo Mágico. Obviamente, llevarte tu botella de sidra de manzana para el brindis de fin de año y otras festividades es un obligado.
Si te quieres convertir en un experto catador de sidra, en El Convento 1567 ofrecen degustaciones de su bebida “8 generaciones”, mientras te explican cómo la fabrican de manera artesanal. También cuentan con vinos, licores y salsas.
En el centro de Zacatlán de las Manzanas se encuentra Bodegas Delicia, una fábrica que hace vino de manzana y sidra desde 1928; en la actualidad también hacen su propio refresco y salsa. En tu visita a este lugar te muestran el cuarto de máquinas para conocer el proceso de fabricación de la sidra.
La primera fábrica de vinos y licores en Zacatlán de las Manzanas tiene aproximadamente 100 años, ahí conocerás el proceso artesanal de la sidra u otros destilados. Si de paso te quieres comprar una cuentan con su tienda, La Primavera.
Las rocas de este valle, modeladas por la erosión, llegan a medir hasta 20 metros de alto y forman figuras alucinantes. Los visitantes aseguran que algunas de ellas tienen forma de rostro humano, pero puedes darle rienda suelta a la imaginación y ver diferentes figuras.
En el Valle de Piedras Encimadas puedes practicar senderismo si eres amante de caminar por la naturaleza, pasear en bicicleta por los senderos naturales o, si quieres más velocidad, ir en cuatrimoto. También hay cabañas para pasar la noche.
A siete minutos del centro de Zacatlán, y en una de las entradas naturales a la Sierra Norte de Puebla, se encuentra Zacatlán Adventure, un parque de aventuras extremas en donde puedes hacer diferentes actividades como canopy, tirolesa o un picnic. Cuentan con tres tipos de alojamiento: glamping, un hotel boutique o acampar.
A media hora del centro de Zacatlán se encuentran las Cascadas Tulimán, un imponente velo de agua con 300 metros de alto. Tal es la fuerza con la que corre el agua que da la ilusión óptica de estar dividida en tres niveles, ahí puedes apreciar la vista en los miradores naturales.
En las cascadas se encuentran touroperadores que te ofrecen lanzarte la tirolesa, hacer tiro con arco, recorrer los senderos naturales o visitar los arroyos que alimentan la cascada. Si te da hambre hay un espacio para descansar y comer.
A unos cinco minutos en auto del corazón de Zacatlán se encuentra el Paseo de la Barranca de Jilgueros, una extensión natural de la Sierra Norte de Puebla en la que puedes disfrutar de sus tres cascadas y una tirolesa de mil 400 metros de longitud.
A un lado de la tirolesa está el mirador de cristal, ubicado a 400 metros de alto en la barranca. Este lugar ofrece una vista privilegiada hacia las montañas de la Sierra Norte de Puebla, misma que hace que los visitantes se olviden del vértigo al pararse a la mitad del lugar.