En muchas ocasiones, se deben asumir gastos que resultan imprevistos y es cuando la financiación a través de la tarjeta de crédito, resulta una buena opción para hacer frente a un gasto clave, sin incurrir en deudas innecesarias.
Y es que el financiamiento es una herramienta muy utilizada, tanto en la economía de los hogares como también entre las pequeñas y grandes empresas.
A través de él, se permite acceder a recursos económicos que pueden utilizar para cubrir sus necesidades, ya se trate de un gasto o una inversión.
Se trata de una obligación a futuro, indica el Grupo Financiero Santander, por lo que, como norma general, a la hora de solicitarlo se debe tener en cuenta:
Las tarjetas de crédito, son uno de los productos financieros más populares, seguidas de los préstamos personales y las hipotecas.
Para saber si es una buena idea, o no, financiar la compra o el gasto que se debe hacer, Santander aconseja poner atención en los siguientes puntos:
La primera pregunta que se debe hacer, es si en realidad necesitamos financiar una compra, reconociendo que existen sesgos financieros que hacen que algunas veces tomemos decisiones equivocadas.
Por ejemplo, pagar con la tarjeta de crédito los denominados gastos hormiga o caer en la tentación de las compras impulsivas debido a la facilidad de pagarlas con crédito puede conducirnos a endeudarnos y asumir un mayor precio (debido a los intereses) por un producto o servicio que hubiéramos podido pagar al momento con nuestro propio dinero.
Este punto se refiere a la facilidad de contar con dinero disponible en el momento en el que lo necesitemos.
Por ello, a la hora de hacer una compra por una cantidad importante conviene identificar si, al utilizar nuestro dinero, seguiríamos teniendo liquidez o si, por el contrario, quedaríamos descubiertos ante cualquier imprevisto que pueda surgir.
En el segundo caso, la financiación de dicha compra o de una parte de ella podría ser una buena idea para no gastar todo nuestro dinero.
Siempre teniendo en cuenta aspectos mencionados como los intereses, el tiempo de devolución o el importe de las cuotas.
Como ya se ha mencionado, el financiamiento es una obligación a futuro, por lo que, antes de acudir a ella, es preciso revisar si nuestra economía personal está en condiciones de soportarla y cómo afectaría a nuestras finanzas.
¿Puedo pagar el importe de las cuotas con solvencia? ¿Tengo otras deudas? ¿Se ve afectado mi nivel de ahorro por la nueva deuda? Hacernos este tipo de preguntas ayudará a conocer cómo impactaría en nuestras cuentas y así evitar escenarios indeseados como el sobreendeudamiento.
Además de servir para adquirir bienes y servicios con formas de pago más cómodas, la financiación también puede ser muy útil para los casos en los que nuestro objetivo sea invertir o construir un patrimonio, pero no contemos con los recursos -o la totalidad de ellos- para hacerlo.
Uno de los ejemplos más frecuentes es el de las hipotecas, que permiten financiar un porcentaje del inmueble en un amplio plazo de tiempo.
Si luego de evaluar los aspectos anteriores, sigues teniendo dudas sobre la conveniencia o no de financiar una compra, principalmente las de pequeño o mediano valor, existe una fórmula muy sencilla que siempre debes tener presente.
Si el tiempo de financiación es superior a la vida útil del producto o servicio que deseas comprar, entonces es probable que NO sea una buena idea.
Para este tipo de compras es recomendable acudir al ahorro previo como alternativa para mantener una buena salud financiera, reuniendo el dinero con anticipación y evitando una deuda innecesaria.