La gastronomía mexicana es variada y hay platillos especiales para cada ocasión, como el pozole, que puede ser blanco, verde o rojo, para celebrar las Fiestas Patrias o en verbenas después del Grito de Independencia.

En el país los pozoles del estado de Guerrero son los más famosos, incluso se tiene la tradición que cada jueves es día dedicado para degustar de este platillo verde que se prepara con chicharrón.

En el caso de la ciudad de Puebla, si se desea probar un buen pozole blanco o rojo, hay que acudir a las famosas pozolerías Matamoros, las cuales se pueden encontrar en el Centro Histórico y en diversos puntos de la ciudad y área conurbada.

Las pozolerías Matamoros abrieron sus puertas el 23 de julio de 1969 en un local de la calles 12 Poniente, entre la 3 y 5 Norte, en el Centro Histórico de Puebla, por iniciativa de la señora Lucina, originaria de Izúcar de Matamoros.

Lucina llegó a Puebla junto con su esposo Mardonio con toda la intención de salir adelante, sin imaginar que años después su descendencia seguiría con la tradición de preparar y servir el pozole blanco estilo Matamoros.

El éxito no fue fácil, pues a decir de la quinta generación de la señora Lucina, cuando abrió sus puertas la primera pozolería, no entraba la gente a consumirlo, porque no era un platillo que los poblanos citadinos solicitaran mucho.

Debían la renta y debían los insumos que se trajeron de Izúcar de Matamoros, pero tanto el dueño del local, quien también era originario de Izúcar, como los vendedores de la carne de puerco, de maíz, rábanos y demás materia prima, animaron a la señora Lucina a no rendirse.



Con el paso de los días, el matrimonio optó por vender en la puerta del local unas memelitas de salsa verde y a los clientes también les ofrecían un poco de pozole blanco para que lo probaran. Así fue como comenzaron a llegar los clientes y a conocer de este delicioso platillo de cuchara.

Poco a poco la clientela fue creciendo y la publicidad de boca en boca se dio, de manera que de una olla de 10 litros de pozole que preparaban pasó a contar actualmente con 15 sucursales en la ciudad de Puebla y zona conurbada, de acuerdo con su página oficial .

Hoy, los hijos, nietos y bisnietos continúan con este legado y tradición de seguir preparando todos los días pozole estilo Matamoros para que los poblanos y visitantes puedan degustarlo en la mañana, tarde o a la hora de la merienda.

Los comensales no solo pueden degustar del pozole blanco estilo Matamoros, también hay pozole rojo, con carne de cerdo o de pollo, antojitos mexicanos y antojitos poblanos como las tradicionales chalupas y chanclas.

¿Cómo aprendió doña Lucina a preparar el pozole estilo Matamoros?

La señora Lucina, a través de las pozolerías Matamoros, comparte la sazón y la receta que aprendió de su madre, quien a su vez la heredó de la abuela.

A decir del señor Esteban, uno de los hijos de la señora Lucina, todo comenzó gracias a una cocinera de la familia Maurer.

En un relato que compartió para el portal Lado B, en la década de los 20 del siglo pasado, la familia Maurer en Izúcar de Matamoros eran muy selectos en su cocina y tenían a una cocinera que siempre preparaba pozole blanco cuando la familia tenía invitados, quienes siempre quedaban satisfechos.

La cocinera era la única que guisaba para las ocasiones especiales, pero ya era una mujer grande y casada, por lo cual los mismos Maurer le dijeron que dentro de las cocineras ayudantes eligiera a una para que continuara con las tareas que ella hacía.

La vieja cocinera eligió a Juana Guzmán, una muchacha joven y limpia, con ganas de aprender y que no solo aprendió a preparar el pozole para los invitados de la familia Maurer, sino también emprendió un pequeño negocio en el interior del mercado viejo de Izúcar de Matamoros.

En este puesto le fue bien y fue así como se dedicó se llenó a preparar este platillo y sacar adelante a su hija Lupita Herrera, quien también tuvo éxito durante 35 años preparando todos los días grandes ollas de pozole.

De Lupita nació Lucina, su única hija y a quien le costó mucho trabajo dejar su natal Izúcar de Matamoros para emprender en Puebla lo que hoy es un afamado negocio.

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