Si un cajero automático o ventanilla bancaria entregan un billete falso, el usuario tiene derecho a reclamar a la institución en un plazo de hasta 5 días hábiles posteriores a la recepción de la pieza.
El cliente del banco deberá entregar la pieza, copia de su identificación oficial, elaborar un relato con los detalles, incluyendo la sucursal, fecha y hora de la recepción, y presentar el comprobante de la transacción.
El banco deberá resolver por escrito al cliente y reembolsar el dinero en caso de que el relato resulte cierto de acuerdo con la investigación.
En caso de detectar un billete posiblemente falso es importante no utilizarlo para hacer pagos, ya que es un delito federal que se castiga hasta con 12 años de prisión.
Las piezas que parecen falsas se deben presentar en una sucursal bancaria para que se envíe gratuitamente a su análisis al Banco de México.
Si al realizar un pago el receptor indica que parece falso el billete o la moneda, se recomienda pedir que lo devuelvan, ya que la ley indica que sólo los bancos pueden quedarse con piezas falsas y, a cambio, deben entregar un recibo de retención, el cual es firmado por el cajero y por el portador.
El banco cuenta con 20 días hábiles para entregar la pieza al Banxico y éste cuenta con 10 días para resolver sobre piezas nacionales, y 20 días hábiles en el caso de moneda extranjera.
Si la pieza resulta auténtica, el banco reembolsará el importe, pero si resulta ser falsa o alterada, el Banxico se quedará con su custodia y no se podrá recuperar el importe correspondiente.
Quien recibe un billete o moneda falso pierde el dinero, por lo que se recomienda aprender a identificar la autenticidad a través de sus elementos de seguridad.
En 1915, un falsificador llamado Carlos Bringas y su hijo fueron ejecutados en la Escuela de Tiro de Puebla; su fusilamiento en el marco de la Revolución Mexicana fue la primera vez que se castigó con la máxima pena de la época, después de que los llamados “bilimbiques” carrancistas habían sido falsificados de manera masiva.
En la actualidad es la Fiscalía General de la República (FGR) la encargada de perseguir el delito de falsificación y alteración de billetes y monedas.
Desde 2012 la Fiscalía Especializada en Investigación de Falsificación y Alteración de Moneda (FEIFAM) es la que tiene competencia para perseguir este delito.
El primer caso que resolvió esta fiscalía fue una falsificación de alta calidad y de gran cantidad de piezas del billete de 50 pesos, que concluyó con la detención de un grupo de personas con insumos, maquinaria y piezas terminadas.
La FEIFAM trabaja en conjunto con el Banco de México (Banxico) y las autoridades de seguridad federales.
El Banco de México tiene desde 1941 un Departamento de Investigaciones Especiales que se especializa en la prevención de falsificación de moneda y en el uso de dichas falsificaciones, tanto de moneda nacional como extranjera.
Dicha área de Banxico coopera con la INTERPOL en materia de dinero falso.
De acuerdo con Banxico, existen evidencias que desde la época prehispánica hubo falsificación de cacao, el elemento monetario de pueblos originarios, al cuál se le extraía su contenido y se sustituía por tierra.
En la época colonial fue conocida la falsificación de monedas metálicas por fundidores y alquimistas que fabricaban monedas falsas mediante el proceso de fundición, como en el caso de las denominadas “tepuzque”, u oro falso.
En 1535 se fundó la Casa de Moneda de México, con lo que comenzó formalmente la fabricación de moneda en el país de forma oficial.
Sin embargo en 1653 se dio la ejecución de Matías Pinto y el destierro a Filipinas de Diego Barcina por este delito.
En 1807, en San Luis Potosí, se registró la falsificación extensa de las monedas conocidas como “tlacos” y “cuartillas”.
Durante la época de la Revolución creció el problema monetario en México por la falsificación masiva de los bilimbiques, el papel moneda emitido por el gobierno de Venustiano Carranza.
Tras la ejecución del falsificador Carlos Bringas, se comenzaron a imprimir los denominados billetes infalsificables, que sin embargo desaparecieron por la devaluación.
El caso de falsificación más notable en la historia del país fue el de Enrico Sampietro, quien se dedicó a producir billetes falsos tanto nacionales como extranjeros de alta calidad durante las décadas de 1930 y 1940.
De la década de los 90 hasta la actualidad, las autoridades monetarias advierten un incremento en las falsificaciones con tecnología digital, por lo que las nuevas emisiones incorporan nuevos candados de seguridad, como tintas que cambian de color, relieves al tacto, fosforecencia, números de serie y otros.