Desde tiempos remotos, las tradicionales piñatas se elaboraban con ollas de barro para darle una forma de estrella forrada con papeles multicolores.
Sin embargo, con el paso de los años esa elaboración ha tenido algunas modificaciones, y se ha optado por el papel, debido a que los costos de producción disminuyen y se evitan accidentes.
Francisca Rodríguez Haro, alfarera del Barrio de la Luz en la capital, comentó a El Universal Puebla que en costos es ligeramente más barata una piñata de papel, ya que oscila en los 100 pesos, mientras que la de barro se vende entre los 150 y 200 pesos.
“Ahorita la piñata de papel ha salido un poco más que la tradicional que es la de olla, pero las ventas han sido demasiado bajas en general”, declaró.
A la par, resaltó que el costo de la olla de barro sola es de 90 pesos y la piñata terminada más de 150 pesos, aunque varía dependiendo del tamaño.
Señaló que para superar la crisis que vive el sector debido a que las ventas bajaron hasta en un 50 por ciento, los fabricantes se las tienen que ingeniar para tener a los personajes de moda y usar materiales baratos en su hechura.
Además, indicó que a veces las personas piensan que van a sufrir accidentes con una piñata de barro, no obstante, subrayó que el producto está hecho para no provocar percances.
Explicó que antes de la pandemia, su familia elaboraba de tres a cuatro docenas de piñatas grandes tradicionales; seis docenas de la mediana y ocho docenas de papel.
Pero ahora, apenas lograron desarrollar una tercera parte de lo que hacían antes.
Desde la miscelánea PAM, ubicada en Juan de Palafox, en el Barrio de la Luz, dijo que para llenar una piñata se necesitan alrededor de 300 o 400 pesos, tanto de dulces como de frutas.
“Antes se llevaban de a dos o tres, pero ahora solo piden una, por el costo que implica”, lamentó Francisca Rodríguez.
Según lo narra Marco Polo en su libro Il millione, también conocido como Los viajes de Marco Polo, las piñatas son originarias de China, donde se utilizaban para las celebraciones de Año Nuevo.
Después, Marco Polo llevó esta tradición a Italia donde se adaptó a las festividades de la cuaresma. De allí pasaron a España y se difundió en México, donde se hizo muy popular.
Sin embargo, también existe evidencia de que los aztecas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli.