Siete de cada 10 litros que surten las empresas rellenadoras de garrafones de agua potable “presentan algún tipo de contaminación, principalmente con bacterias coliformes provenientes de materia fecal”, alertó Francisco Bustamante Ruisanchez, presidente de la Asociación Civil Agua en México.
La falta de control y supervisión de las empresas rellenadoras de agua potable está causando un problema de salud pública.
Estudios realizados por Agua en México y centros educativos como el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de Guadalajara y la Universidad Autónoma de Chiapas en diversas ciudades del país revelan que la calidad del agua que venden las rellenadoras “no es apta para consumo humano”.
“La contaminación del agua que ofrecen estas empresas se explica, primordialmente, por el mal manejo del personal, la falta de mantenimiento y saneamiento de las instalaciones, y la mala calidad de los botellones”, subrayó en entrevista con EL UNIVERSAL.
Actualmente, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) es el organismo encargado de dar vigilancia a los negocios de rellenadoras; “sin embargo, no tienen la infraestructura para dar la atención necesaria que le garantice a la población que el agua que está adquiriendo sea de calidad”.
Bustamante Ruisanchez explicó que, ante esta situación, es importante que la sociedad tome conciencia de dónde adquirir el agua que va a llevar a sus casas.
“Si reconocemos lugares que no cumplen con la norma, debemos denunciarlos ante las autoridades correspondientes, porque como consumidores somos corresponsables de nuestra salud y la de nuestra familia”, dijo.
Comentó que el problema del agua contaminada es nacional y, sin un correcto manejo y purificación, “puede causar severas enfermedades en la población, convirtiéndose en un problema de salud pública”.
En los últimos dos años este tipo de negocios, dedicados al relleno de agua para consumo humano, ha tenido un crecimiento de más de 50 por ciento.
Datos del INEGI señalan que actualmente operan en el país poco más de 24 mil establecimientos registrados de este tipo.
“Aunque se desconoce cuántos más operan en la clandestinidad, el número podría fácilmente triplicarse, tomando en cuenta que estos negocios abren diariamente, sin avisos ni supervisión, a los cuales se suman las máquinas de auto expendio en las que el cliente rellena su propio envase o garrafón”, subrayó.
Es un hecho, dijo Bustamante Ruisanchez, que en México el agua que llega hasta nuestros hogares no es apta para consumo humano desde hace muchos años.
Según un análisis de la Red Nacional de Medición de Calidad de Agua (Renameca), más de 70 por ciento de pozos y ríos disponibles en México tienen contaminación con plomo, mercurio y otros metales pesados por arriba del límite establecido para consumo humano, lo cual podría tener consecuencias severas cuando ingresan al cuerpo por ingesta directa o por alimentos contaminados.
Además, el crecimiento poblacional no ha ido de la mano con una constante mejora en la infraestructura hídrica, por lo que las filtraciones y fugas son constantes a escala nacional, y eso provoca que el agua llegue contaminada hasta nuestro grifo, destacó.
Millones de familias recurren a otras formas para satisfacer sus necesidades de consumo de agua potable segura.
Hasta el momento sólo Oaxaca ha aprobado una reforma de ley para facultar a los municipios el otorgamiento y revocación de permisos para el funcionamiento de las rellenadoras, mecanismo que debería ampliarse al resto del país.
“Como asociación, entendemos que a nivel local se tiene mejor conocimiento sobre la operación de estos negocios, así que dotar a los municipios de facultades para sancionarlos es un paso importante”, afirmó Bustamante Ruisanchez.
Invitó a todos los legisladores locales y federales a que se sumen a esta iniciativa de supervisión local de estos establecimientos, desde regular la fuente de abastecimiento, como el manejo y su operación.
Con información de EL UNIVERSAL