Mónica González es una reconocida chef poblana que se ha abierto paso en la industria de la gastronomía. La pandemia la obligó a reinventarse y a adquirir nuevas habilidades, aunque también la orilló a reducir su plantilla laboral.
Antes ofrecía banquetes en eventos a los que acudían cientos de personas. En la actualidad, para sobrevivir, se dedica a cocinar para pequeños pícnics, eventos familiares en casa y cursos online sobre cocina y decoración. Con la decisión del gobierno del estado de Puebla de suspender todas las actividades de servicios de banquetes y salones sociales, los daños al sector fueron severos.
Además, se dejaron de generar 5 mil empleos directos y más de 25 mil indirectos mensuales, entre meseros, técnicos de iluminación, camarógrafos, cocineros, organizadores de eventos, alquiladoras, floristas, músicos, mesas de dulces, maquillistas, fotógrafos, camarógrafos, salones de fiestas, decoradores, valet parking, costureras.
En entrevista con El Universal Puebla, esta empresaria poblana nos habla sobre las vicisitudes que ha sorteado para mantenerse de pie en medio de la contingencia sanitaria.
-Soy mujer, tengo 45 años, soltera, no tengo hijos. Me he dedicado en tiempo y forma al trabajo. Mi pasión ha sido siempre trabajar. Mi sueño es viajar. Ahorita evidentemente el tema de los viajes se ha suspendido, pero siempre quise ser emprendedora y dejar huella. Soy una persona aspiracional, he tomado clases de meditación y metafísica y eso me ha ayudado mucho para sobrevivir en esta pandemia.
-Estudié la carrera de Gastronomía en el Culinario. Estudiando, encontré al empresario, Enrique López, con quien preparaba alimento nutrimental. Trabajé en La Vista en banquetes hace 25 años, pero no jaló, eso de ser empleada no era lo mío, siempre me gustó innovar y comencé a crear mi propia imagen corporativa.
-Fue complicado y me afectó en lo económico. Tuve que reducir personal y dar de baja a mis empleados. Me tuve que preparar en arreglos de flores y decoración, eso me ayudó. Tuve que inventar y me mantuve de puros pícnic, me mantuve de pura comida para llevar, cuando clientes nos empezaron a comprar porque cerraron restaurantes. Tuve que reducir costos y ubicarme en la realidad. Tuve que rehacer mi vida, incluso tuve que vender cosas mías para sacar para las nóminas y pues ahí vamos.
-Fueron como a trece, ahorita somos sólo cuatro. Tenía almacenista, chofer, repartidores, meseros virtuales. Preferí no quedar mal con ellos por la falta de pagos y tomé esa decisión, no quería llegar a ese punto de decirles que no te tengo para pagar.
-Al principio estaba muy enojada, pensé que iba a pasar en dos meses, lo superé aceptando el cambio. Me ayudaron mucho los conocimientos de meditación y metafísica.
-El futuro son las dark kitchens. Ha sido muy popular en New York, en la Ciudad de México ya hay edificios dedicados a ello y están en todas las áreas de la ciudad. Creo que sí es una tendencia, el poblano no está muy acostumbrado pero lo veo muy conveniente porque no pagas publicidad, oficinas, lo puedes hacer hasta en la azotea de tu casa, no pagas impuestos a Hacienda, trabajas cuando quieres y dependes más de tu aplicación. No creo que sea una competencia desleal, sino buscar nuevas alternativas ante esta situación, reduces gastos y generas empleos.
-Lo hago por la necesidad. Dije: me tengo que animar. Con el primero me fue muy bien la verdad. Tengo una amiga muy querida que me contactó para hacerlo, la verdad me gusta más presencial, es difícil estar al aire, pero ya le agarré el modo. Estoy ahorita enfocada en este proyecto esperando que, en el futuro, los eventos se activen.
-Seguiría con el tema de las flores y los montajes, tener una escuela de gastronomía, mantener los cursos online, crear un nuevo modelo de negocio, tener patrocinadores, abrir un hotel y mantener mis acercamientos con chefs internacionales para crecer.
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