Las tandas son una manera común de fomentar el ahorro. Por lo regular, se organizan entre las familias y en los centros de trabajo. ¿Pero sabías que implica algunos riesgos?
Anselmo Chávez Capó, profesor de la licenciatura en Administración Financiera y Bursátil en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), recalcó que las tandas ayudan a las personas a ordenar sus finanzas y alcanzar sus metas.
“Fijas una meta y mes con mes tienes que hacer tu aporte para que al final puedas comprar algo que ya está determinado o para recibir el dinero acumulado durante un periodo y de manera constante”, dijo.
De acuerdo a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), el 43.7 por ciento de la población adulta (30.7 millones de personas) ahorra sin recurrir a una institución financiera, es decir, prefiere guardar el dinero en su casa (64.8%), meterlo en una tanda (31.7%), prestarlo a la familia, entre otros.
En entrevista con El Universal Puebla, el académico explicó que el elemento principal de la tanda es que participan personas que se encuentran alrededor de quien la organiza, y por lo general se invita a personas responsables, conocidas y comprometidas con lo que se pacta.
Se recurre a esta práctica porque ayuda a las familias a salir adelante de compromisos fuertes como la compra de lista de útiles o el pago de inscripciones, para sortear la cuesta de enero e incluso para comprar artículos sin necesidad de dejar su dinero en abonos en tiendas departamentales.
El fin de la tanda depende de las expectativas del grupo y pueden ser la obtención de dinero o de artículos como electrodomésticos, colchas, zapatos, muebles u objetos de más valor.
A decir del especialista, las tandas no dañan a nadie, pues eventualmente son una fuente de financiamiento que consolida el tejido social y crean un vínculo de compromiso.
Informó que aunque instituciones financieras como Banco Azteca intentaron poner en práctica un sistema similar, no lo logró. De tal manera que hasta el momento, en la banca comercial no hay un instrumento que se parezca a este financiamiento de unión entre varias personas.
Sugirió que quienes participen en tandas no deben destinar más del 10 por ciento de sus ingresos. Lo ideal es asignar un 5 por ciento.
Estimó que esta forma de ahorro es tan común que se calcula que cerca del 20 por ciento de la Población Económicamente Activa participa en ellas.
El problema, indicó, viene cuando uno de los participantes deja de cumplir con ese compromiso.
“En entornos de trabajo es más difícil que los participantes no cumplan porque cuidan su ética, la imagen y en algunos casos los boletinan o hacen un extrañamiento”, dijo.
Chávez Capó señaló que ocurren más fallas entre familiares, porque por ese vínculo de confianza hay a quienes no les importa pelearse por 20 mil pesos.
Además, al concluir la tanda, no se generan intereses en comparación con lo que ofrecen los bancos.
Otra desventaja es que en caso de resultar afectado y no recibir el monto acordado, no hay manera de reclamar mercantilmente porque no hay recibos ni contratos ni documento que compruebe que se entregó dinero.
“Se puede demandar civilmente como abuso de confianza, ya que todas las personas entregamos nuestro dinero de manera voluntaria y representaría que todos los participantes denuncien a quien no cumplió diciendo que hay un listado donde se está generando el ingreso. Pero no aplica la demanda mercantil porque no hay documento que compruebe que se trató de un fraude”, acotó.