Entre los años de 1969 y 1977 se imprimió en México el billete de 10 pesos con la imagen de Miguel Hidalgo y Costilla, que formó parte de la primera serie de notas bancarias que se fabricaron en el país.
Estos billetes forman parte de la familia AA, que fueron los primeros en fabricarse en el Banco de México, que en esos años previos a la nacionalización de la banca de 1982 utilizó las siglas S.A. como razón social.
Se pusieron en circulación en los años setenta, y en 1992 fueron puestos en proceso de retiro por pertenecer a la unidad monetaria de los viejos pesos.
Al estar desmonetizados, ya no son válidos para realizar transacciones por carecer de poder liberatorio.
Su valor actual equivaldría a .01 pesos actuales, sin embargo los coleccionistas pagan entre 10 y 20 pesos por este ejemplar, de acuerdo con su estado de conservación.
En un sondeo de EL UNIVERSAL PUEBLA este billete se encontró en portales de comercio electrónico en precios que fluctúan entre 35 pesos y 12 mil 600 pesos, por lo que es recomendable consultar con expertos en numismática al negociar un billete antiguo por internet.
Este billete presenta en su anverso el busto de Miguel Hidalgo, junto con la Campana de Dolores, la cual fue hecha repicar el 16 de septiembre de 1810 por el iniciador del movimiento de Independencia de México.
Conocido como el Padre de la Patria, Hidalgo nació en Pénjamo, Guanajuato, en 1753, y murió fusilado en Chihuahua en 1811.
El billete tiene tonos verdes con un degradado al morado en su centro.
Sus medidas de seguridad consistían en el número de serie y la calidad de su impresión, dado que en aquella época se carecía de las tecnologías contra la falsificación que se implementan en los billetes actuales.
En el anverso del billete aparece la parroquia de Dolores Hidalgo, Guanajuato.
Este ejemplar, como el resto de los integrantes de la familia de billetes a la que pertenece, mide 15.7 centímetros de ancho y 6.7 centímetros de alto, y está impreso en papel de algodón.
La década de 1970 representó para México un periodo de altas tasas inflacionarias, por lo que este billete perdió su poder adquisitivo en pocos años.
Entre 1969 y 1977, años en los que se imprimió este billete, la inflación acumulada del país fue de 258 por ciento, lo que deterioró significativamente la capacidad de compra de la moneda mexicana.
Debido a la inflación, a partir de 1980 el país lanzó la familia de billetes A, que tuvo que recurrir a denominaciones de 2 mil, 5 mil, 10 mil, 20 mil, 50 mil y 100 mil pesos, debido a que los precios de productos y servicios alcanzaron cifras incluso de millones de pesos durante esa década.