La famosa moneda conocida como Muera Huerta acuñada por el general Francisco Villa cuando se enteró que habían asesinado al Presidente Francisco I. Madero durante la Decena Trágica, es una de las monedas más raras de México y un caso único en el mundo.
De acuerdo con el catálogo numismático Coins & Prices, esta escasa moneda tiene un valor entre coleccionistas de hasta 4 mil dólares según su estado de conservación, unos 80 mil pesos al tipo de cambio actual.
Este ejemplar, del cual no existe certeza de cuántos se produjeron, tiene un peso de 23.20 gramos de plata, con un diámetro de 39 milímetros.
En el anverso el Escudo Nacional con la frase ejército constitucionalista, lo que la distingue como una moneda revolucionaria.
Su principal distintivo es que en la parte inferior se lee la frase “Muera Huerta”, lo que la convierte en la única acuñada en México que tiene una frase política,
Se le ha llamado la "moneda de la muerte", pues poseerla o no aceptarla, podría significar perder la vida.
Tras su troquelación en 1914, en Chihuahua los comerciantes no la aceptaban como método de pago y Villa impuso una pena de prisión hasta de seis meses a quien no la recibiera. Por su parte, el gobierno federal de Victoriano Huerta aplicaba la pena de muerte inmediata a quien tuviera una en su posesión.
Estos pesos de plata fueron producidos en la ciudad de Cuencame, Durango, y circularon principalmente en el norte de México, aunque en el centro y sur no eran comunes por la amenaza de Huerta.
En el reverso se ve el gorro frigio, símbolo de la Libertad, también conocido como resplandor; en la parte superior ‘ESTADOS UNIDOS MEXICANOS’ y en la parte inferior la fecha 1914 a cada lado del valor ‘UN PESO’.
La acuñación se llevo a cabo en la metalúrgica de La Azarca ubicada en los terrenos de La Velardeña en Cuencame, Durango, y estuvo a cargo de los generales villistas Calixto Contreras y Severino Ceniceros.
Algunos historiadores afirman que la idea original de poner la leyenda Muera Huerta en las monedas fue de la famosa monja guerrillera Sor Belén, que se sumó a las huestes revolucionarias que acaudillaba el general Contreras, oriundo de Cuencame, al ser exclaustrada cuando éste tomo la ciudad de Durango en 1913.
A esta guerrillera, cuyo nombre era Belén García de Terwogt, le atribuyen la iniciativa de proponer la famosa maldición en las monedas, lo que al general Villa le pareció muy buena idea.
La troqueladora que se utilizo para esta emisión todavía existe en la Casa de Moneda de México, en la calle de Apartado, y todavía funciona.
Con información de La Salle Cuernavaca