Los remates hipotecarios son atractivos porque representan la posibilidad de adquirir una propiedad a bajo costo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, además de no ser nueva, pueden surgir algunos inconvenientes.
Quienes opten por esta opción para adquirir una casa o departamento deben saber que se trata de un proceso particular que puede no concluirse de manera inmediata. El ahorro económico podría llegar hasta el 40 por ciento del valor real del inmueble, pero es fundamental analizar a fondo los pros y contras.
Adquirir una casa en remate hipotecario puede parecer una gran oportunidad; sin embargo, hay que considerar los costos ocultos o adicionales.
Es importante entender que en un remate hipotecario lo que se compra son los derechos en un litigio originado por un crédito hipotecario no pagado, en el cual el acreedor demandó a su cliente por falta de pago, lo que implica ser parte de un juicio.
En esencia, la falta de pago en tiempo y forma, así como la imposibilidad de vender el inmueble a tiempo para liquidar el saldo del crédito, llevan a que el bien sea rematado por el acreedor a través de un juicio.
Primero, el proceso legal de adjudicación de la vivienda puede durar tres años o más, especialmente si se presenta alguna problemática adicional en el juicio.
Al realizarse la adjudicación, es importante considerar el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) por adjudicación, ya que se adquiere un inmueble por debajo del precio de mercado en más del 10 por ciento. El ISR promedio es del 35 por ciento del monto pactado.
En cuanto a los recursos, es necesario tener claro que la compra no puede realizarse mediante un crédito hipotecario. Por lo tanto, se deberá cubrir el costo de manera directa, lo que implica tener los recursos necesarios en una cuenta bancaria para llevar a cabo la operación según las normas establecidas.
El apoyo y la asesoría legal son indispensables a lo largo de todo el proceso, por lo que es crucial contratar los servicios de un abogado especializado en este tipo de litigios.