A lo largo y ancho del territorio poblano existen sitios arqueológicos que atraen a los visitantes y también a investigadores.

Los lugares que son más solicitados para conocer vestigios son Cholula, Tehuacán, Hueytamalco, Libres y Tochimilco.

Sin embargo, pocos saben que en el municipio de Puebla hay un sitio con arte rupestre que puede ser visitado con el permiso de los lugareños, quienes se han encargado de resguardarlo.

En la junta auxiliar de San Andrés Azumiatla existe la Cueva del Murciélago, también conocida como Cueva de las Cruces de Rosario La Huerta.

Según los investigadores Francisco Mendiola Galván y Manuel Alfonso Melgarejo Pérez, son las autoridades ejidales las que están al pendiente de los visitantes, convirtiéndose en uno de los factores principales para que el sitio no se encuentre vandalizado.

La cueva posee una gran relevancia debido al discurso rupestre: se trata de un abrigo rocoso con elementos pictográficos distribuidos en diversos grupos de acuerdo con su forma, aunque se observa superposición entre algunos de los elementos distintos entre sí.

Los visitantes podrán observar pigmentos sobre la matriz rocosa, las cuales se hicieron con tintas planas y delineados, con colores predominantes como blanco, rojo y negro.

“La morfología general se divide entre elementos de carácter naturalista con la familia biomorfa (antropomorfos y zoomorfos) y el carácter abstracto con la familia geométrica rectilínea, así como con algunos elementos de la familia curvilínea”, se lee en la descripción del informe elaborado por los referidos especialistas.



También compartieron que los hallazgos de este arte rupestre se dividieron en cuatro grupos.

En el grupo 1 todos los elementos son de color blanco. Se observa una mancha y arriba una cruz latina, una mano izquierda y otra cruz latina hacia el lado derecho.

Además, hay dos círculos con punto central interno con boca esquematizada y/o bigotera, de manera que estos elementos en asociación posiblemente estén conformando el rostro de Tláloc.

En el grupo 2, los elementos en color blanco son una gran mancha irregular, una cruz latina, una línea vertical quebrada a manera de rayo. Debajo de estas líneas rectas descritas se encuentra una cara humana de grandes ojos con tocado capital, orejas, bigotera y colmillos (conjunto de elementos que dan pie a ubicarlo como un Tláloc).

En la parte superior se observan otras manchas y abajo una mano, una figura deslavada con un círculo con punto central y líneas curvas salientes.

De la misma manera se logra apreciar un antropomorfo semiesquemático con los brazos extendidos horizontalmente.

Foto: Francisco Mendiola
Foto: Francisco Mendiola

En el grupo 3, también en tono blanco, hay una mano humana y enseguida un antropomorfo muy erosionado.

Abajo, a la derecha, casi en superposición, una especie de penacho con quince líneas radiadas a manera de plumas, lo que podría ser un tocado capital, pues al parecer es un rostro humano el que lo porta.

En cuanto a los elementos en color rojo, del lado izquierdo se observan algunas manchas, pero éstas no se pueden ver del todo bien porque la pintura blanca es muy intensa.

Debajo de la última cruz hay un antropomorfo que parece portar en su mano derecha un escudo o chimalli y en la izquierda una cruz con dos puntos superiores.

Ambos brazos están levantados, su pierna derecha muestra un pie con tres dedos; a la derecha de esta misma figura, muy cerca se observa un muy deslavado antropomorfo con el tronco borrado. En sus manos, hacia arriba, porta objetos indefinidos.

Mientras que en el grupo 4 hay menos elementos gráficos. Hay lo que parece ser la representación de un zoomorfo de grandes orejas con su cola levantada; la parte trasera de este animal se encima a un antropomorfo esquematizado del mismo color.

En color negro, se observa un antropomorfo con cabeza en círculo y que presenta radios externos. Su tronco y piernas están esquematizados, los brazos no son visibles.

En cuanto a los elementos infrapuestos, éstos se reducen básicamente a dos manos al negativo en color rojo. La primera es, al parecer, de infante, mientras que la segunda es de adulto.

En esta zona, los visitantes también pueden observar figuras aisladas en varios de los espacios rocosos, como un antropomorfo de cuerpo redondo en color negro, su cabeza no es visible, sin embargo, porta zapatos.

 Foto: Francisco Mendiola
Foto: Francisco Mendiola

También hay una representación de los atributos de Tláloc, tales como son bigotera y colmillos. Después, muy cerca de esa figura hay un círculo unitario en color blanco y en tinta plana, dos triángulos yuxtapuestos y en medio de ellos una línea recta vertical que termina en su parte inferior en círculo.

A decir de los investigadores, estos rastros de arte rupestre permiten hablar de grupos prehistóricos de por lo menos 10 mil años de antigüedad.

Fueron grupos humanos nómadas y practicaron la caza y la recolección, por lo que tuvieron una economía de apropiación.

También se puede hablar de una presencia ideológica expresada en las cinco representaciones de la deidad conocida como Tláloc, vinculada al culto de la lluvia, las nubes y el rayo.

Además de que se asocia a la agricultura de maíz, frijol, chile y calabaza para el periodo Postclásico Tardío, que se refiere a 1200-1521 después de Cristo.

La tercera etapa posiblemente pertenezca a la Guerra Cristera y eso se deduce a partir del tipo de cruces.

En suma, la Cueva del Murciélago se trata de un patrimonio invaluable, prueba fidedigna del desarrollo sociocultural que demuestra que la complejidad urbana de la ciudad de Puebla tuvo sus inicios en grupos humanos que habitaron en las inmediaciones de este importante sitio arqueológico.

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