De entre los edificios del Centro Histórico que hoy ya no existen con pretexto de la modernidad de la ciudad, está el que se conoció como el Castillo de Miramuertos.

No fue un inmueble que albergara a la realeza, pero sí los excesos del poder y en cuanto a su relación con los difuntos, sí existen algunas coincidencias.

Se trata de una construcción que se ubicó en la esquina de lo que hoy conforman la 11 Sur y 11 Poniente, pero que invadía parte del trazo de la vialidad, por lo que fue derrumbada en los 70.

Así lo recuerda en una publicación del grupo de aficionados a la historia en Facebook, Puebla Antigua, el activista Gustavo Velarde Tritschler, junto con una imagen.

En la misma se observan el castillo y otras curiosidades como una luminaria pública con un pendón del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y automóviles de la época.



De acuerdo con el aficionado a la historia, esta fue la casa del exgobernador Rosendo Márquez, quien gobernó en Puebla entre 1885 y 1892.

De inicio fue una residencia polémica porque se construyó con materiales sobrantes de una obra pública que consistió en la construcción de la barda que circundaba el Paseo Bravo, por lo que no escapó del escándalo.

Al edificio se le conoció popularmente como el Castillo de Miramuertos porque por ahí se veían pasar los cortejos fúnebres que llegaban al panteón que se ubica ahora en Agua Azul.

Aunque el exgobernador abandonó el inmueble y quedó en el olvido, con los años se convirtió en una fábrica de puros, en otra de cigarros, en un gimnasio taurino, en la sede de una escuela privada y en una funeraria que hizo honor a su nombre original.

En los comentarios se observa que del Colegio María Luisa Pacheco hay quien recuerda cómo una extraña estructura en su techo era en realidad un área de castigo al que las niñas temían.

Se conocía como el cuarto del chino y estaba lleno de cosas que no se usaban, de entre las que destacaba una figura a la que, aseguran, se le encendían los ojos y daba miedo.

Mientras que de los funerales se recuerda el nombre de Tepeyac y que ahí fueron velados padres, madres, abuelos y bisabuelos pocos años antes del derrumbe.

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