Actualmente, hay una tendencia por consumir productos orgánicos y cada vez más sustentables, pero desde hace más de un siglo en el Centro Histórico de Puebla existe un establecimiento dedicado a la elaboración de diversos productos a base de plantas medicinales, se llama Droguería Medina.
Por muchos es conocido el local de la calle 4 Poniente número 107, a un costado del templo de Santo Domingo, donde desde temprana hora, tanto mujeres como hombres acuden para adquirir cremas, shampoos, bálsamos, tés, ungüentos y jabones, entre otros artículos.
Algunos datos en plataformas para colocación de empleo, refieren un poco de la historia de este negocio, cien por ciento de origen poblano, que tuvo sus inicios en 1918, pero entonces llevaba el nombre de La Nacional.
Desde su inicio contaba con un importante número de clientes, pues de acuerdo con algunos usuarios en redes sociales, en aquella época era muy común recurrir a remedios naturales para atender algunos padecimientos.
Además, en el mercado no había tanta variedad de productos para higiene y belleza como ahora, por lo que cremas, pomadas y algunos otros menjurjes se adquirían en este establecimiento.
Así como preparados químicos para atender algún dolor de panza, de garganta o ligeras infecciones o algún tipo de daño en la piel, los cuales se elaboraban en el laboratorio instalado en la casa de la calle 4 Poniente.
Tres años después, en 1921 ya tuvo el nombre de Droguería Medina y para el nuevo milenio pasó a Farmacia y Droguería Medina.
Este negocio 100 por ciento poblano lo fundó Antonio Medina bajo el nombre de La Nacional, pero al asociarse con el ingeniero Arturo Torre es que cambió a nombre de Droguería Medina.
La meta fue convertirse en una marca fabricante y distribuidora de productos naturales, químicos y farmacéuticos de alta calidad.
Así lo constataron los poblanos de la época, quienes hacían largas filas para ser atendidos en el establecimiento, que contaba con una enorme estantería de madera que abarcaba de pared a pared, donde forma ordenada que almacenaban los frascos y cajas con los productos naturales.
El mostrador también era una gran pieza de madera donde se ubicaba la caja registradora, así como un vitrolero de vidrio donde había dulces de anís y paletas de caramelo que en ocasiones regalaban a los niños.
Y qué decir de la enorme báscula de piso que a la fecha siguen conservando en la tienda matriz, la cual por dos pesos sigue funcionando y revelando los kilos exactos de las personas.
En 1925 Don Antonio recibió a su sobrino Nicasio Medina, quien con ideas frescas contribuyó al crecimiento del establecimiento, pues Don Antonio no tuvo hijos.
Desde el 2018 el negocio está a cargo de María Elena Medina Jiménez, quien trabaja por seguir poniendo en alto el nombre de su tío abuelo Don Antonio Medina. Ahora, con un formato de franquicias.
Además de la tienda matriz en la calle 4 Poniente, en el Centro Histórico de Puebla, en toda la ciudad existen 18 sucursales distribuidas en colonias como Zavaleta, Humboldt, Circuito Juan Pablo II, Huexotitla, Amalucan, Las Ánimas, La Paz, Angelópolis, Plaza Dorada, Villa Frontera, en las inmediaciones de la CAPU, así como en los Pueblos Mágicos de Atlixco y San Andrés Cholula.
En cada uno de estos establecimientos se pueden obtener productos a base de plantas medicinales y orgánicos, los cuales están divididos en sus anaqueles por tipo de cuidados, ya sea para la piel, el rostro, el cabello, entre otros productos naturistas, homeopáticos, medicina de patente y productos químicos.
A fin de cubrir necesidades de salud, belleza y cuidado corporal, a través del abastecimiento de productos para el bienestar de la sociedad, también venden materias primas para la industria.
Son varios los productos que ahí se pueden adquirir como su famosa agua de rosas, cremas exfoliantes y hojas de té verde. ¿Cuál es tu favorito?