La tradicional cruz que suele colocarse en las arterias viales, caminos, carreteras o autopistas donde fallece una persona y que sirve para recordar su deceso, en el caso de la comunidad ciclista es sustituida por una bicicleta blanca.

La también conocida como bicicleta fantasma en concreto representa un símbolo que utilizan los ciclistas en el plano global, primordialmente en el entorno urbano.

En las ciudades, por ejemplo, la bicicleta suele amarrarse o colgarse de un poste, como una suerte de protesta pacífica.

Una expresión de demanda de justicia para las víctimas, en pro de una ciudad incluyente y segura.

Su presencia sirve para recordar la muerte de un ciclista en el lugar donde se encuentra.

Con ese elemento, se busca generar conciencia en la sociedad del respeto y la sana convivencia que debe prevalecer en las arterias viales entre automovilistas y ciclistas.

Un recordatorio de que se debe compartir con respeto la vía de tránsito y conducir con precaución, para respetar a todos los que usan la bicicleta como su medio de transporte.

Ello a partir de que, si bien existen ciclopistas o ciclovías, estas aún son limitadas y no permiten llegar a todos lados

El origen de la bicicleta blanca

La bicicleta blanca tuvo su origen en la ciudad de Ámsterdam, durante los años 60 del siglo pasado.

Aunque originalmente, las bicicletas blancas estaban destinadas a ser utilizadas de manera libre por cualquier persona que necesitará desplazarse.

Sin embargo, hace dos décadas, en el año 2003, Patrick Van Der Tuin, un ciudadano de San Luis, Estados Unidos, atestiguó la muerte de un ciclista tras ser atropellado.

Van Der Tuin colocó una bicicleta blanca con un contundente mensaje: “ciclista golpeado aquí”.

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