Administraciones van y vienen y todas ellas con proyectos que contribuyan a mejorar la movilidad en el corazón de la ciudad de Puebla.
Algunas que se han logrado han sido por el embellecimiento de la imagen urbana, otras más para ofrecer a los habitantes, visitantes y turistas un mejor espacio para la convivencia social.
Sin embargo, propuestas de intervención en el zócalo de Puebla no han sido aprobadas, sin importar cuál partido político esté en la administración municipal.
En el 2002, los poblanos recordarán que el entonces presidente municipal, Luis Paredes Moctezuma, intentó construir una serie de estacionamientos subterráneos en el Centro Histórico.
El arquitecto de profesión contempló para estas obras el Paseo Bravo, el jardín de San Luis, la explanada del exconvento de Santo Domingo, el jardín de San José y el zócalo de Puebla.
La última propuesta, el zócalo de Puebla, generó una gran polémica entre los habitantes, especialistas, conservadores, comerciantes y representantes de distintas asociaciones, por considerar que dicha obra representaba el riesgo de perder la declaratoria que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) hizo a la ciudad como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Paredes Moctezuma terminó su gestión sin poder realizar el proyecto porque especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) le negaron todos los permisos.
Así siguieron otros presidentes municipales, pero ninguno reveló por qué recibían la negativa de los especialistas.
El 14 de mayo del 2021, mientras el gobierno municipal realizaba obras de remodelación, el extinto gobernador Miguel Barbosa Huerta confirmó el hallazgo de dos túneles en el zócalo de Puebla y que este descubrimiento, que entre los poblanos siempre se consideró como un mito, era una realidad y al mismo tiempo, un hecho emocionante.
Por ello, pidió a especialistas del INAH un informe detallado sobre el hallazgo, pues no descartó que durante la inspección se encontraran muchos valores históricos.
De igual manera, solicitó reportar la cantidad y el destino de las lajas que fueron retiradas del zócalo tras el inicio de las obras de remodelación.
Un día después, por medio de un comunicado, la Secretaría de Cultura federal, el INAH y el Centro INAH Puebla respondieron al llamado y confirmaron que llevarían a cabo el estudio y análisis de los espacios subterráneos del zócalo.
En el escrito, el Centro INAH Puebla aclaró que estos túneles se conocen desde hace tiempo y que algunos presentan materiales constructivos contemporáneos.
Se comprometieron a “sumar esfuerzos a favor de la conservación de los valores históricos inherentes al Centro Histórico de Puebla, sitio emblemático e invaluable tesoro de México Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
En el documento también se pronunciaron por resguardar las piezas de piso basáltico o lo que los poblanos conocen como lajas, las cuales fueron integradas en la segunda mitad del siglo XX y algunas durante el XXI, procurando con ello la conservación de un material pétreo natural.
Incluso, se pensó que esos dos túneles podrían estar comunicados con otra red que conduce a la zona histórica de Los Fuertes, aunque también hay quienes dicen que estos caminos subterráneos comunican a la zona de La Paz y hasta el Cuexcomate, el volcancito de la junta auxiliar de La Libertad.
Sin embargo, autoridades de la Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, señalaron que en realidad no son túneles sino cuartos de un metro por dos de largo que se utilizaban como bodega.