Hoy Puebla tiene centros comerciales que compiten a nivel nacional por sus grandes dimensiones y atractivos, pero hubo un día en el que los poblanos vivieron de ensueño con una sola tienda que aún existe: el Woolworth de la 5 de Mayo.

No hay fotografía de ella en las redes sociales en la que aficionados a la historia no se desvivan en recuerdos sobre ese atractivo que llegó a la ciudad en 1962.

Se ubicó en el Edificio Alles inaugurado ese año en el marco del centenario de la Batalla del 5 de Mayo y además de la tienda se instalaron despachos de abogados, consultorios médicos, la Alianza Francesa y las oficinas de la Radiodifusora de la HR de Puebla.

El inmueble nació en el Centro Histórico de la ciudad luego de que desapareciera el Edificio Bulevar, que ya había sido ocupado por una tienda de accesorios para la mujer y en la parte alta también hubo un hotel.

De esos primeros años, los recuerdos de los poblanos sobre Woolworth relatan que la calle no era un andador peatonal sino vehicular, que era prácticamente la salida a la Ciudad de México y que fue una tienda en la que uno se sentía en otro mundo.



A diferencia de otros recuerdos que se han hecho populares en las redes sociales, el de la tienda hasta tiene olor a una mezcla de palomitas y los dulces que, aseguran, eran mejores que los de cualquier dulcería de las tiendas de ahora.

Fue hacia los setentas que a la tienda además llegaron las primeras escaleras eléctricas de Puebla y con ellas el deseo de los más jóvenes de visitarla algún fin de semana.

De Woolworth también recuerdan su restaurante y cafetería en los que se comía bien, donde algunos probaron su primera hamburguesa en la vida y donde el café capuchino era inolvidable.

Un dato curioso que algunos de los internautas mencionan es que en la planta baja había un acuario que también resultaba atractivo para los visitantes.

Mientras que su exposición de juguetes para la temporada de Navidad y Reyes Magos era imperdible, además de que vendían tarjetas de temporada.

De acuerdo con las reseñas, ahora es un sitio más popular, pero es sus inicios se trató de un lugar que podría considerarse elegante, aunque los precios de entonces no parecerían económicos.

En la publicidad de sus primeros años se observa que había ofertas de la quincena que iban de vasos de cristal de 50 centavos, a lo más costoso, un sartén de Tefal grande que costaba 79.95 pesos.

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