El mercado Amalucan está dividido en dos: los que resisten en sus locales, aunque su cercanía a la barranca los expone, y los que apoyan la idea de la remodelación y están bajo un puente y un pasillo tan estrecho que es imposible guardar sana distancia.
Afuera, en las estructuras metálicas que ha puesto el Ayuntamiento los locatarios esperan aburridos, cansados y con la incertidumbre de si siguen ahí los seis meses que les dijeron que terminarían la obra o regresan como sus compañeros que protestan adentro del centro de abasto. Esta falta de acuerdos, según prevé el gobernador Miguel Barbosa, podría frustrar el proyecto.
Carmen vende plantas medicinales, tiene 70 años, han pasado 40 años desde que llegó al mercado y teme que en los días de lluvia, la mercancía que vende se eche a perder.
Las ventas ya no son lo mismo, pero lo que más ha cambiado son las condiciones en las que trabajaba, ahora lo hace sin agua y sin un lugar digno a donde ir al baño.
La situación la ha hecho considerar cerrar su negocio por primera vez en cuatro décadas y regresar hasta que hayan terminado las obras.
Las verduras, las frutas y los pollos colgando en cada uno de los puestos son exhibidos sin ninguna otra protección en medio de la pandemia, aunque los clientes entren sin cubrebocas y algunos de los locatarios lo usen mal.
Al interior del mercado, entre las lonas con mensajes de exigencia para no demoler el mercado -como lo plantea el proyecto de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y el Ayuntamiento de Puebla- permanecen las carnicerías, una que otra recaudería.
Son pocos los clientes que entran y compran, la mayoría primero echa un vistazo a los puestos que están abajo del puente.
Leticia Juárez Martínez es locataria, vende abarrotes y chiles secos desde hace cinco años, aunque su mamá -que falleció- llegó al lugar desde hace 40 años, cuando se fundó el mercado, y opina que es el peor momento para la remodelación del mercado en medio de una pandemia.
Sus ventas han bajado hasta 10 por ciento, pero por lo que se opuso a trasladarse abajo del puente y dejar su local es exponerse al Covid-19 y lo que considera condiciones indignas para los comerciantes si se quedan en la intemperie.
Líderes se contradicen
Salvador Cóyotl, tesorero de la Mesa directiva del Mercado Amalucan asegura que es necesario demoler los locales y reconstruir, ya que identificaron 50 locales que están en peligro de derrumbe al estar cerca de la barranca.
Ocupar los sitios instalados por el Ayuntamiento -asevera- no significa ningún peligro para los comerciantes ni los clientes, "quienes han respondido bien" al cambio. Para él, se han respetado los lineamientos sanitarios, el uso de cubrebocas, la repartición de gel antibacterial y el aforo para la seguridad de los comerciantes.
Sin embargo, acusa que es el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien se opone al proyecto y por eso no avanzan los permisos para comenzar con la obra.
Tania Flores, en cambio, es una de las lideresas del mercado Amalucan que se opone a que derrumben el sitio, aunque asegura que está a favor de su remodelación.
Ella apunta que son entre 87 y 89 comerciantes quienes siguen al interior del mercado y que los locales cerca de la barranca son seguros, además que se encuentran vacíos desde hace años y sin dueños.
"No nos vamos a salir, vamos a resistir y, de ser necesario, hasta la muerte", dice vía telefónica, al señalar que hay personas que ocupan las carpas instaladas por las autoridades municipales sin ser locatarios, sino ambulantes y otros -señala- fueron presionados a aceptar vender abajo del puente con la amenaza de quitarles el local que tienen.
El gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, aseguró este 15 de abril de 2021 que la inversión para la remodelación del Mercado Amalucan "está a punto" de no llevarse a cabo, debido a los problemas del Ayuntamiento para conciliar con los comerciantes inconformes.