Pasó de cargador de la Central de Abasto de Puebla a descuartizador. Hace no mucho Epifanio, de 32 años de edad, se presentó con los comerciantes para pedirles trabajo.
En poco tiempo, se convirtió en cargador de la Central de Abasto de Puebla, donde no muchos lo conocían.
Lo anterior debido a que su adicción a las drogas, en su mayoría solventes, lo hacía faltar, en ocasiones, hasta una semana seguida.
Sin embargo, Epifanio siempre se mantenía al margen de lo que le pedían los locatarios, quienes lo veían como uno más de sus trabajadores.
El hombre nunca despertó sospechas de ser violento, por lo que únicamente se dedicaban a pagarle cuando cumplía con sus mandados.
El pasado lunes 23 de agosto Epifanio caminaba por la Nave E con una mochila en mano.
En ese momento, la abrió para sacar una cabeza humana para posteriormente acomodarla, lo cual captó una de las cámaras de videovigilancia de la Central de Abasto de Puebla.
Los comerciantes se reunieron para asegurarlo y darle una golpiza antes de hablarle al 911, lo cual movilizó a Policías Municipales, quienes lo pusieron a disposición del agente del Ministerio Público.
Tras realizar las diligencias del levantamiento de la cabeza humana, las autoridades ministeriales abrieron una carpeta de investigación y ese mismo día por la noche localizaron el cuerpo de la víctima, identificada como Alejandro, dentro de un predio en obra negra de la Privada Pirul ubicada en la colonia San José Los Cerritos de la junta auxiliar San Pablo Xochimehuacán de la capital de Puebla.
Como tenía una grave falla en el pulmón izquierdo a consecuencia del consumo de drogas, Epifanio estuvo internado hasta la noche de ayer sábado 28 de agosto, en el Hospital de Traumatología y Ortopedia de la Secretaría de Salud Estatal.
En cuanto fue dado de alta por los médicos, las autoridades ministeriales lo pusieron a disposición de un Juez de Control, quien lo vinculó a proceso por el delito de ocultamiento de cadáver.
Además, la autoridad judicial le ordenó cárcel en el Penal de San Miguel y le otorgó a su defensa legal un plazo de dos meses para que reúna las pruebas necesaria a su favor antes de que le dicte sentencia condenatoria.