Seguramente pasas todos los días por calles del primer cuadro de la ciudad y no te das cuenta de que existen algunas vecindades, las cuales se mantienen a pesar del desarrollo y el paso del tiempo en la ciudad.

Las vecindades son una forma de vivienda multifamiliar que se ha desarrollado en la ciudad desde el período colonial.

Se trata de espacios donde las viviendas, por lo general, son cuartos redondos que se encuentran a los lados de uno, dos o hasta más patios.

Estas construcciones suelen tener fachadas tradicionales, balcones ornamentados y detalles arquitectónicos que reflejan su época de construcción, por lo que muchas vecindades son consideradas patrimonio cultural.

Usuarios en redes sociales compartieron sus experiencias de niños cuando, junto con sus familias, vivieron en vecindades en el centro de Puebla, donde se hicieron de amigos, conocieron a sus primeras novias o novios y aprendieron de algunos oficios.

Entre los más de cien comentarios que hicieron en las redes sociales, los que más coincidieron fueron las peripecias para poder hacer uso del servicio del baño, el cual era público y se compartía con todos los demás moradores.

En sus relatos también dijeron que por las noches era toda una odisea asistir a este espacio, ya que el baño se encontraba en el patio y caminar del cuarto que rentaban para ir al baño les provocaba miedo.

Las leyendas sobre hechos sobrenaturales o “cosas de espantos” también eran pláticas cotidianas que se daban entres los vecinos, provocando miedo entre los más pequeños de las familias.

Otras de las cosas que compartieron los usuarios y dijeron extrañar mucho son las fiestas populares, como las posadas, una noche mexicana, una graduación o un cumpleaños.

En los relatos dijeron que la comunidad, solidaridad y apoyo son valores que caracterizan a quienes viven en vecindades. Como ejemplo, refirieron que para celebrar las posadas, todos los vecinos se organizaban para rezar el rosario, leer la letanía, pedir posada, romper la piñata, repartir el ponche y algunos tamales o sándwich de queso de puerco.

También era común conocer al zapatero, al cartero, al plomero o al electricista, gente que vivía en esos lugares y que en sus ratos libres compartían parte de sus oficios con los niños cuando estaban de vacaciones escolares.



Las mujeres desde las 5:30 horas estaban de pie barriendo el patio y la fachada de la vecindad y más tarde se juntaban en los lavaderos, que también eran comunitarios, para más tarde llenar los tendederos de ropa blanca, de las faldas y pantalones de los niños y la ropa de cama, entre otras prendas.

Por las tardes, señalaron en sus comentarios, las jovencitas o las señoras acostumbraban regar las plantas en las macetas que formaban en hilera a lo largo de los patios de la vecindad o que colgaban en la herrería que rodeaba el segundo piso.

Por la convivencia diaria, en las vecindades los niños se hicieron de sus primeros amigos y muchos mantuvieron su amistad ya siendo adolescentes o más jóvenes, otros ahí se enamoraron y hasta se casaron.

También formaron sus bandas y “palomillas” -como les decían a sus grupos de amigos- que se acompañaban para ir a alguna fiesta o hasta para defender al amigo en caso de algún pleito con otro grupo de otra vecindad.

Así lo refirieron en algunos comentarios publicados en la cuenta Lo que quieres saber de Puebla:

“Así vivíamos los poblanos de clase media para abajo. Eran comunidades muy unidas, aunque no faltaban algunas personas que desentonaran. Los festejos se hacían en grande y con mucha camaradería. Poco a poco se fueron terminando con la aparición de las viviendas de interés social. Aunque algunas sobreviven hasta nuestros días”

“Y no se les olvide la renta adecuada al patio, primer patio, segundo patio o tercer patio y creo que a lo mejor también había cuarto patio. Muchas veces era conveniente vivir al frente de la fuente del agua”.

“Hay una canción que dice “por vivir en quinto patio”; así que yo creo que eran vecindades muy grandes y si había hasta 5 patios”.

“Imagínense en esas vecindades en Navidad. A cada vecino le tocaba una posada y música de rocola, eso me tocó en la 15 Poniente 1308. Cantar la letanía, romper la piñata, sandwich, cubas y bailar de cachetito con las vecinas el danzón Nereidas”.



“Yo viví en la vecindad que está en la 14 Oriente 2006. Al entrar a la vecindad está una imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe de aproximadamente metro y medio y el doce de diciembre todos ayudamos a poner enredadera de papel picado y sus flores, todo pagado por los dueños de la vecindad, pero con el apoyo de los que vivíamos ahí. Mucha fraternidad y felicidad”.

En Puebla los usuarios recordaron que vivieron en vecindades ubicadas en los barrios de Santiago, en el Parral, en el de San Antonio, en La Luz y en Los Sapos. De este último, comentaron que aún persisten dos vecindades sobre la 6 Oriente poco antes de llegar al Bulevar 5 de Mayo, donde la mayoría de los moradores son de la familia Talavera.

En el Centro Histórico de Puebla las vecindades que aún se mantienen se ubican en las calles 10, 12, 14 y 18 Poniente, pero otros inmuebles dejaron de ser vivienda para solo mantener la estructura y dar servicio de estacionamiento público o como bodegas de mercancía de los locatarios del primer cuadro de la ciudad.

Según los datos del archivo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), muchos de los asentamientos que funcionan hoy en día como vecindades fueron construidos a finales del siglo XVIII.

Las vecindades eran espacios comunitarios donde se compartían áreas que hoy en día pensaríamos como privadas, como los baños o la cocina.

En los cuartos de la planta baja vivían las personas más pobres, donde se acomodaban familias enteras en espacios reducidos, mientras que en los pisos altos solamente podían vivir las personas que tenían mayores ingresos o incluso los dueños o administradores de las propiedades.

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