Seguramente has caminado varias veces por esta calle y no sabías que esconde una de las leyendas más escalofriantes de Puebla.

En ella hay una extraña casa bautizada por años como de la calavera y si no conocías su historia aquí te la contamos.

De acuerdo con el libro “Las calles de Puebla” de Hugo Leicht, que en el siglo XVII, el Marqués de Alba-Flor, Don Juan de Ibarra y su esposa, Doña Inés Torroella, tuvieron una hija llamada Estrella de Ibarra.

Desde su nacimiento, el destino de estrella era el de cuidar a su padre hasta que él falleciera. En su juventud, gracias a su encanto y belleza, Estrella cautivó a un joven llamado Alberto Rubín.

La leyenda dice que ambos se enamoraron al verse por primera vez, pero por temor a su padre, comenzaron una relación en secreto, hasta que el marqués se enteró por su criado.



El padre se opuso a la relación, obligando a su hija a dejar a su amado. Sin embargo, estrella se escapó y se fue a vivir muy lejos con él.

El cronista de Puebla, David Ramírez Huitrón,  dice que Estrella se fue a vivir a las afueras de la ciudad (ya que antes la capital se extendía un par de cuadras alrededor del zócalo) en la zona que ahora conocemos como el Parral, en una diminuta casa.

Lleno de tristeza, el padre de Estrella dejó de comer y comenzó a perder poco a poco la vida hasta que alguien le dijo en dónde se encontraba su hija.

Recuperando sus fuerzas, el Marqués fue a verla y a encarar a su yerno. Una vez dentro de la casa, comenzó a golpear con todas sus fuerzas a Alberto, quien no pudo con la furia de su suegro, ya que el padre de Estrella sacó un puñal y se lo clavó en la cabeza, provocándole la muerte.

Toda esta escena ocurrió frente a Estrella, quien quedó enmudecida. Sin embargo, tras el esfuerzo que realizó el Marqués en dicha pelea, él también cayó muerto.

Cuenta la leyenda que el cuerpo de Alberto cayó en una antigua alacena que parecía un túnel y donde guardaban vinos y quesos. La madre de Estrella, llegó a la casa y descubrió la terrible escena, llevándose inmediatamente a su hija.

A partir de entonces, esa casa cayó en el olvido y se convirtió en un lugar maldito para los vecinos de la zona, que evitaban pasar por esa calle, ya que decían que en el interior se escuchaban gemidos, lamentos y como si se estuvieran peleando.

Foto: Instagram horusaguiila
Foto: Instagram horusaguiila

Dicen que tras la muerte de Alberto, Estrella nunca volvió a hablar y fue recluida en un convento.

Hasta que años más tarde, después de la muerte de su madre, Estrella escuchó una voz y se escapó del sitio en donde estaba y llegó a esa funesta esquina, la esquina de la 7 con la 7.

Al reconocer su antigua casa Estrella, entró y la recorrió, hasta llegar a la cocina, en donde encontró el cráneo de Alberto con el puñal.

Ella recogió el cráneo de su amado, el cual emitía un siniestro resplandor de la cuenca de sus ojos y con el puñal en la cabeza, comenzó a recorrer las calles del barrio, provocando el temor de los vecinos, pues a partir de ese momento ella había recuperado la voz y comenzar a lamentarse por la muerte de su amado.

Así anduvo toda la noche con los restos de su amado, hasta al amanecer, cuando la encontraron muerta con el cráneo en sus brazos.

Cuentan la leyenda que a partir de entonces, durante las noches, especialmente las noches sin luna, suele verse la figura de una mujer que camina por las calles, lamentándose, alumbrada, solamente con los ojos brillantes de una calavera descarnada con un puñal en la cabeza.

Esta casa se encuentra en la esquina de la 7 Poniente y 7 Sur, en el número 700, del Centro Histórico.

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