Las publicaciones en redes sociales sobre la historia del edificio abandonado en la 11 Sur y la 7 Poniente han desatado que internautas recuerden cómo era la vida en ese inmueble proyectado en 1952.
Han descrito como eran los departamentos, la experiencia de conocer sus pasillos e incluso, una historia de terror.
Por ejemplo, Susana Romeo de Martino recordó que su papá vivió ahí hace 35 años y que se trataba de viviendas realmente equipadas.
Según sus recuerdos, tenían duela, baño completo con tina, tres recámaras, cocina, alacena y un cuarto de servicio con su baño propio.
La internauta Mimi Ramírez recuerda cómo alguna vez fue de visita y le tocó experimentar varias sensaciones al recorrer sus pasillos.
Recuerda el ruido de la radio, la televisión y hasta de los instrumentos de cocina que se utilizaban en los departamentos.
Sin embargo, uno de los relatos que destaca es el de Beatriz Torres, quien recuerda que ahí vivió una experiencia de terror con una compañera de primaria.
Según su relato, la acompañó a recoger un trabajo de la escuela y mientras ella se encontraba buscando el documento en su cuarto le tocó ver a una anciana en una mecedora que la asustó.
Su amiga le contó que sólo estaban ellas dos y que esa mujer era una antigua inquilina que no quería que su familia ocupara el departamento.
La internauta recuerda que era un inmueble en el que se sentía una energía pesada, en el que se escuchaban voces de niños y que en su infancia se contaba que el terreno había sido un panteón en la época de la peste.
Las ligas del inmueble con lo sobrenatural incluyen también recuerdos de cómo su sótano se utilizó para organizar una casa del terror en la que se divertían los adolescentes poblanos.
Pero también hay hechos más recientes de creadores de contenido que se especializan en lo que no tiene explicación y que han realizado exploraciones en las que han dado cuenta de prácticas de brujería.
Con o sin historias de terror, el inmueble se fue quedando en el abandono y hay otros recuerdos como el de la usuaria de redes sociales Chris Muñoz, quien explica que hace 15 años participó en una campaña de vacunación que la llevó a visitar el inmueble.
Ahí, cuenta, sólo habitaban ya unas tres familias, el lugar estaba lleno de gatos y había un olor desagradable por el abandono.