Caminar por las calles del Centro Histórico de Puebla resulta un regalo para la vista, porque los paseantes pueden admirar las hermosas construcciones que han hecho que la ciudad sea considerada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

Sin duda, el Palacio Municipal y la Catedral de Puebla son los primeros que quieren conocer los visitantes, pero a unos pasos del zócalo se encuentra un inmueble del cual pocos saben que antes de ser una oficina pública, fungió como Palacio Episcopal.

Se trata de la construcción ubicada en la calle 16 de Septiembre número 5, colonia Centro, que actualmente ocupa la Oficina de Correos y Telégrafos de México. 

Parte frontal del inmueble recibe, de lunes a viernes, sobres y paquetes que las personas envían al interior del estado, a territorio nacional e incluso a otros países.

También da servicio a las personas de la tercera edad y becarios que cada bimestre cobran los apoyos económicos que les emite el gobierno federal.

Sin embargo, información sobre la historia de esta construcción refiere que el edificio ha sido empleado para diferentes funciones y en distintas épocas, muy lejos del origen que fue ser una residencia de los obispos de Puebla a principios del siglo XVII.

Todo comenzó en 1617 cuando el clero en Puebla decidió que el Obispo Alonso de la Mota y Escobar ocupara el edificio como su residencia oficial.

Hermosa construcción que luce una fachada de ladrillo color rojo e incrustaciones uniformes de pequeños azulejos de talavera.

En la parte superior, entre los balcones adosados de color blanco y herrería, se aprecia la representación del obispado, simbolizado por grandes ramos de flores de azucenas.

Mientras que en la parte alta de la entrada a la oficina postal se posa la imagen de San Miguel Arcángel. 

En el año 1643, Don Juan de Palafox y Mendoza tuvo la idea de implementar los ilustres colegios que conformaban el Tridentino Seminario Palafoxiano para continuar con la formación de los clérigos.

El Colegio de San Pablo era parte de este conjunto y Juan de Palafox y Mendoza decidió fundar un colegio de infantes a espaldas del colegio de San Juan.

Ambas construcciones estaban comunicadas, toda vez que el colegio de San Juan contaba con los huertos episcopales y los jardines que actualmente ocupan los talleres artísticos de la Casa de la Cultura. 

Para 1643 el Cabildo Eclesiástico de Puebla le otorgó el nombre de Palacio Episcopal y para 1676 los tribunales eclesiásticos y la cárcel para clérigos fueron agregados a esta sede por orden del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz.

No fue sino hasta 1792 cuando dejó de ser utilizado como residencia del obispado y sufrir su primera remodelación, para separar ambos colegios.

Un dato relevante que refiere la historia, mismo que se comprueba con la placa que hay en el inmueble, es que del 2 al 5 de agosto de 1821 dio hospedaje a Agustín de Iturbide, quien llegó a Puebla luego de firmar el Plan de Iguala.

Se cree que fue en esa visita cuando las monjas del convento de Santa Clara prepararon por primera vez los chiles en nogada para agasajar a Iturbide.

Con las Leyes de Reforma y tras haber sido expropiado, sirvió como Palacio de Gobierno de 1861 a 1863.

Debido a que los gobernantes ocuparon el Palacio Municipal, los muros del ex Palacio Episcopal fueron destinados a servir como escuela pública en 1914 y años más tarde como la Dirección de Tránsito del Estado de Puebla.

A partir de 1986 es que se cierra gran parte de la construcción y solo el frente se destina para albergar las oficinas de Correos de México, décadas después se le adhiere el servicio de Telégrafos, tal como ahora sigue trabajando.

De manera que si decides visitar el Centro Histórico de Puebla alza la mirada y reconoce estas construcciones que dan muestra del barroco poblano, además que reflejan la manera de cómo vivían los poblanos en la época de la Colonia.

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