Puebla es un estado que posee una gran cantidad de capillas y templos religiosos que datan de la época colonial. Sin embargo, aunque se cree que la Catedral de Puebla es la primera iglesia de la región, la realidad es otra, pues antes de su construcción ya existía otro templo que aún se mantiene en pie y es reconocido como la iglesia más antigua de Puebla.
Alrededor del Centro Histórico de la capital hay numerosos templos que datan de diferentes épocas y que uno puede ver si se toma el tiempo suficiente para recorrer las calles del centro. La más antigua se encuentra frente al cruce de las calles 14 Oriente y Bulevar 5 de Mayo.
Los franciscanos fueron quienes fundaron Puebla y el primer sitio religioso construido por ellos fue el Templo Conventual de San Francisco. Su construcción data del siglo XVI, por lo que es más antigua que la Catedral de Puebla.
El templo conventual de San Francisco es un templo perteneciente a la jurisdicción eclesiástica de la Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles, dedicado a las Cinco Llagas de San Francisco.
La historia de la ciudad de Puebla está profundamente ligada a las primeras órdenes religiosas establecidas en Nueva España.
La primera de estas órdenes fue la de los frailes menores franciscanos, quienes llegaron en 1531 para fundar un asentamiento inicial.
Años más tarde, en 1535 establecieron un convento definitivo a la vera del camino real a Veracruz, a la orilla del río que se llamaría de San Francisco. Fray Toribio de Benavente, quien había intervenido en la fundación de la ciudad, colocó la primera piedra del templo franciscano, donde han estado situados por más de 400.
La primera iglesia fue terminada por fray Miguel Navarro quien fue 14° provincial de la orden franciscana por tres años. En aquel entonces lo habitaban 16 frailes y tres o cuatro novicios. El convento y el templo continuaron siendo decorados y embellecidos hasta 1767, con varios periodos de inactividad que llegaban a durar hasta 10 años en los que reunían fondos para continuar las obras.
Es considerado como una verdadera obra arquitectónica. El interior y exterior es arquitectónicamente e históricamente interesante. Su fachada, construida entre 1743 y 1767 por el arquitecto José Buitrago, es de estilo churrigueresco y combina elementos de cantera, ladrillo y azulejo.
Cabe destacar que la cantera que se ocupó para su construcción fue extraída del cercano cerro de San Cristóbal, donde se hallan actualmente los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
Cuenta con 14 recuadros elaborados con azulejos, siete a cada uno de los costados de la puerta principal que representan a jarrones con flores y dos más pequeños que representan a Dios Padre y a la Virgen Conquistadora.
La torre de la iglesia inició su construcción en 1730 bajo la dirección del padre Tapia, quien logró llevarla hasta la altura de la cornisa. Posteriormente, el padre José Antonio continuó con el trabajo en cantera, añadiendo campanas y completando la obra en 1767. Esta imponente torre alcanza una altura de 63 metros y está construida sobre un hueco en la bóveda de una pequeña capilla.
Guarda los restos de un santo
Otro elemento atractivo de este templo es el beato momificado Sebastián de Aparicio Prado que se encuentra exhibido al público dentro de una vitrina, cerca del altar principal.
Este beato fue el creador de numerosas carreteras y caminos, que a día de hoy permanecen en servicio.
Actualmente, es conocido como el patrono de los conductores, es por eso que frailes del Convento de las Cinco Llagas de San Francisco, llevan a cabo bendiciones de los automóviles, las motocicletas, las bicicletas y todo tipo de vehículos en honor al Beato Sebastián de Aparicio.