Año con año, sobre todo en la temporada decembrina, los poblanos, así como los turistas, acuden a tomarse la tradicional foto del recuerdo en el Puente de Ovando, que se ilumina para conformar un escenario ideal que permite apreciar su belleza arquitectónica.
Por su singular vista, el Puente de Ovando se ha convertido en uno de los sitios predilectos para tomarse fotografías durante la época navideña, toda vez que pareciera que es parte de un túnel multicolor que cautiva al visitante.
Sin embargo, en principio hay que recordar que, como muchos de los puntos emblemáticos de la ciudad de Puebla, el Puente de Ovando tiene su historia y por supuesto una leyenda.
El icónico puente se ubica en la esquina del Bulevar Héroes del 5 de Mayo y la calle 3 Oriente, en el Barrio de Analco.
El Bulevar 5 de Mayo se ubica en lo que antaño fue el río de San Francisco, que delimitaba, en sus primeros años, a la ciudad de Puebla.
En esa época, hace alrededor de 250 años, el Puente de Ovando se construyó para conectar el Barrio de Analco con las calles principales de lo que hoy es el Centro Histórico de Puebla.
El portal identidadpuebla.com, en torno al puente, refirió que: “su nombre se debe a que se ubicó cerca de la casa del regidor Agustín Ovando, quien entregó 800 pesos para su edificación, además de los 2 mil pesos que el gremio de los panaderos de la época donó para construirlo”.
“La construcción del puente de Ovando fue autorizada el 11 de abril de 1769 por el virrey marqués de Croix”, publicó.
La Leyenda del Puente de Ovando cuenta que, si se cruza a la medianoche, es posible que una mujer pida a los transeúntes una limosna.
La historia que da origen a la leyenda tiene su comienzo en la época colonial, con la familia Pérez Ovando, que tenía una hija y un hijo.
La hija de nombre María del Rosario, cuando tenía 16 años se enamoró y le confesó a su padre que quería casarse con un mestizo. El cual se negó y expresó “antes muerto que verte pedir limosna”.
Un día, en ausencia de sus padres, María del Rosario llevó a su enamorado a su casa, donde fueron sorprendidos y asesinados por su hermano.
El crimen quedó impune, porque se había defendido el honor de la familia, pero semanas después el hermano de María del Rosario apareció muerto en un callejón.
Una noche, el padre de María del Rosario cruzaba el puente cuando una mujer le salió al paso y le pidió limosna. Trató de ignorarla, pero ella le dijo que era su hija. El hombre trató huir, pero como había llovido y el río creció, por lo que al caer al agua y la corriente lo arrastró, y falleció.
Desde entonces, surgió la leyenda que asegura que, si entrega una limosna a la mujer, el transeúnte puede cruzar el puente.
Así que, si creen en las historias de terror y quieren ir al Puente de Ovando a tomarse la foto o cruzarlo en cualquier día a la 12 horas de la noche, pueden pensar en la conveniencia de llevar preparada una limosna.