En Puebla existen varias leyendas que involucran hermosas construcciones.
De la Avenida Juárez y la calle 17 Sur, en la colonia Esmeralda, se conoce la de la Casa de los Enanos.
Pero en el cerro de Loreto, en la zona histórica de Los Fuertes, también existe una leyenda sobre al Casa de los Duendes, hermosa construcción que forma parte de la también llamada Ciudad Miniatura.
Una pequeña ciudad miniatura formada con castillos de piedra, un lago, iglesia y escaleras. Todas perfectamente construidas con materiales como piedra de río, ladrillos rojos y tejas.
De acuerdo con comentarios de usuarios de la comunidad Puebla Antigua, quienes compartieron algunas fotografías, esta Casa de los Duendes se construyó entre las décadas de los 70 y 80.
Quienes acudían a la Secundaria Técnica número 1, que está en la avenida 22 Oriente y 14 Norte, se organizaban y entre amigos visitaban la Ciudad Miniatura, donde admiraban una mini plaza con arcos y fuentes muy pequeñas, pero perfectamente diseñadas.
También hubo quienes recordaron que cuando iban a correr al cerro, pasaban a ver la casa en forma de castillo, la iglesia y al fondo había una escalera de piedra donde se posaba la figura de un búho con ojos de dulce.
Después de hacer el recorrido, conocer y crear diversas historias en la mente, los curiosos bajaban a la casa de Las Piadosas, sobre la 20 Oriente, donde las religiosas les regalaban agua para beber, pero hoy es una oficina pública.
La Ciudad Miniatura está subiendo por la Cruz Roja en dirección al cerro de Loreto como si se fuera a Casa Puebla, que antes era la residencia oficial de los gobernadores y ahora es un complejo cultural.
Antes de llegar al Hotel Lastra, enfrente, a la derecha, hay un fraccionamiento llamado Rincón del Bosque y hasta el fondo se encuentra esta peculiar edificación que parece hecha para duendes.
A decir del usuario Gabriel Uriarte Pérez, en la comunidad Puebla Antigua, esta mini ciudad de piedra la hizo su abuelo, el ingeniero Joaquín M. de Uriarte Herrero y el predio se llama Canteras de Carranza.
Por varias décadas permaneció abierto y la gente podía conocerlos, pero cuando empezaron a maltratarlos, incluso destruyeron uno de los tres castillos que había ahí, fue que los vecinos decidieron colocar una reja y así evitar el paso de los curiosos.
De la misma manera está la presencia de un vigilante las 24 horas del día por si algún valiente pretende burlar la seguridad y brincarse la reja como algunos lo hicieron en el pasado.
Es un fraccionamiento privado, por la zona también conocida como El Calvario, donde se ponen puestos durante las celebraciones de Semana Santa.