El Centro Histórico de Puebla, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 11 de diciembre de 1987, es un lugar lleno de historia y misterio.

Ente sus calles empedradas y edificios coloniales, se esconden leyendas que quizás no conocías.

Aquí te dejamos cinco calles que resguardan una leyenda en la ciudad de Puebla.

Cabe destacar que algunas de estas leyendas pertenecen al libro "Casas y lugares malditos de Puebla", del historiador Orestes Magaña, y otras más han permanecido en la memoria colectiva de los poblanos


Callejón de los Sapos

Ubicado en la 5 Oriente, entre 4 Sur y Bulevar 5 de Mayo, el callejón de los Sapos, es uno de los sitios más visitados por los turistas, ya sea por el tianguis que se pone todos los fines de semana o por sus leyendas.

Una de las leyendas más populares es la de “Los justicieros de Los Sapos”,  dos seres nocturnos de ultratumba, que se encargan cada noche de darles una lección a todos aquellos que se van de fiesta de manera irresponsable, dejando a sus familias para ir a divertirse por su cuenta.


La Fuga de Don Porfirio

Seguro has caminado por estas calles y ni sabías que oculta una de las leyendas más famosas del presidente Porfirio Díaz.

Así como lo lees, la leyenda dice que el 9 de febrero de 1865, el general Porfirio Díaz fue detenido y trasladado a la ciudad de Puebla.

Fue llevado a los Fuertes de Loreto donde permaneció 3 meses, después fue trasladado al ex convento de Santa Catalina y por último fue encarcelado en el Colegio Carolino.

Sin embargo, su estadía fue corta, pues en la madrugada del 20 de septiembre se escapó. En el libro "Memorias", Díaz narra que tenía planeado escaparse el día de su cumpleaños, el 15 de septiembre, pero decidió cambiar de fecha debido al movimiento de tropas que rondarían por las fiestas del aniversario del comienzo de la Independencia.

De hecho, en la actualidad, hay una placa ubicada en la calle posterior al Edificio Carolino que dice: “El 20 de septiembre de 1865, por este lugar se fugó el General Porfirio Díaz, prisionero de los franceses después del sitio de Oaxaca, valiéndose de un cable amarrado a una estatua de San Ignacio”.

Además, sobre la calle de Palafox y Mendoza se encuentra el bar llamado "La Fuga de don Porfirio" donde dicen que ya lo esperaban con unos caballos.



El Callejón del Muerto

En el barrio de Analco, sobre la calle 12 Sur, entre la 3 y 5 Oriente, existe una de las leyendas más famosas de Puebla.

Esta dice que una noche lluviosa, en 1785, la esposa de don Anastasio Priego iba a dar a luz a su primer hijo. El señor salió en busca de una partera, pero en su andar, un ladrón lo quiso asaltar.

Como llevaba prisa lo atravesó con una espada para seguir su camino. Se dice que en las noches lluviosas, el alma en pena del asaltante deambula sin rumbo.

En la actualidad, en esta calle puedes encontrar una cruz en memoria del “muerto” que originó la leyenda.


La leyenda de la Nahuala

La Casa del Alfeñique fue fundada en 1926 y es famosa por su estilo barroco, además de ser el primer museo de la ciudad.

Cuenta la leyenda que durante la época virreinal, en este inmueble vivía una mujer, era una bruja que se conviertía en un espíritu para sembrar el terror.

Esta mujer es descrita con poderes oscuros y apariencia terrorífica. Además, se dice que la nahuala tenía la habilidad de transformarse en diferentes animales y personas para atraer a sus víctimas, a quienes desaparecía para siempre.

Cuenta la leyenda que esta bruja de nombre nahuala, que significa, engaño, aparece en los días más cálidos del año, siempre de noche, en lugares solitarios para asechar a sus víctimas.


El Charro Negro de Xanenetla

La leyenda cuenta que en la época colonial, la banda de “Los Plateados” robaba y dejaba su botín al lado de la Iglesia de Santa Inés.

Se dice que en una de las batallas, a uno de los jinetes lo decapitaron y el caballo siguió corriendo con el cuerpo del hombre sin cabeza.

Aseguran que a veces se oye en esta calle el galopar del caballo con el charro sin cabeza e incluso algunas personas afirman haberlo visto cabalgar desde los fuertes de Loreto hasta llegar a la plazuela del barrio, donde le da de beber a su corcel negro.

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