Para las nuevas generaciones resulta difícil imaginar que el Puente de Ovando, que se ubica en la esquina del Bulevar Héroes del 5 de Mayo y la calle 3 Oriente, en el Barrio de Analco, haya sido un muladar donde el olor era insoportable y muy alejado de la belleza que ahora posee.

Con el trabajo de las autoridades municipales, actualmente esta estructura luce limpia, seca, con luminarias, chorros artificiales de agua en cada uno de sus lados y en la parte superior bancas para poder tomar un descanso.

Sin embargo, en una fotografía que data de 1961, publicada en las redes sociales de Puebla Antigua, se observa un escenario completamente distinto.

En la fotografía a color se muestra un puente de piedra, sin pintura en su estructura, bajo el cual cruza el río San Francisco, lleno de aguas negras, mientras que en las orillas se alcanza a ver basura y hierba sumamente crecida.

Al fondo de la imagen se alcanza a mirar la cúpula del templo de Jesús de Analco, así como los balcones de una vecindad y un árbol muy cerca de uno de los extremos del puente, en dirección al centro de la ciudad.

“Imagen a color original del río San Francisco y el Puente de Ovando en el Barrio de Analco. En otros sitios de internet o en redes sociales han maquillado la foto o le han aplicado filtros. El río luce contaminado en esta imagen a color y se ve una montonera de basura muy cerca del barandal noreste del río”, se advierte en el texto de la imagen.

Entre los comentarios destacan que la falta de civilidad y de cultura de toda una generación condenó al río a quedar entubado, lo que hoy es el Bulevar 5 de Mayo.

“Así lucía poco antes de que se anunciara oficialmente la obra del embovedamiento, iniciada por el gobernador Antonio Nava Castillo en 1963. La caída de este, continuada por Aarón Merino Fernández (1964-1969) y finalizada por el General Rafael Moreno Valle (1969 - 1972)”, se añadió en el mensaje.

Sin embargo, los poblanos de la época se dieron tiempo a responder que no siempre fue así, ya que antes se trataba de un caudal limpio y en la parte de abajo del Puente de Ovando se podía nadar en sus aguas cristalinas, por allá de los años 1940.

Incluso añadieron que los colonos acudían a recoger berros y flores que crecían cerca del puente, donde también se criaban ranas, ajolotes y acociles, que son pequeños mariscos parecidos a los camarones.

Otros usuarios comentaron que el puente siempre lució triste por la piedra que se empleó para su construcción y no era un atractivo, sino un medio que la población indígena que vivía del otro lado del río lo usaran para cruzar y llegar al centro de la ciudad a fin de servir a los españoles.

Añadieron que cuando empezó la instalación de las industrias y la modernización de drenaje y alcantarillado, comenzaron a utilizar el río como desagüe, tal como ocurre ahora con muchos otros afluentes en Puebla y en otras ciudades.

Hoy no hay mal olor en la zona, la gente puede caminar y tomar un descanso en alguna de las bancas que ahí colocaron las autoridades.

Por la noche, la luz resalta la belleza de los cuatro pilotes que sostienen el puente y en diciembre, con la iluminación propia de la temporada, es el escenario ideal para tomar una fotografía para presumir en Instagram.

Si aún no conoces este puente, te recomendamos caminarlo, fotografiarlo y conocer una de las leyendas que lo envuelven, en la cual los protagonistas fueron dos enamorados al estilo de Romeo y Julieta.

Ella era hija de una de las familias españolas más ricas de la época que se enamoró de un joven mestizo.

El padre de la joven era el regidor Agustín de Ovando y Villavicencio, quien mandó a construir el puente, y quien no aprobaba la relación de su hija con el joven.

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