Todos conocemos los famosos arcos del triunfo de Roma, un elemento muy utilizado para conmemorar alguna victoria militar o de algún gobernante. De acuerdo con historiadores, estas estructuras también fueron usadas para eventos públicos, como la fundación de nuevas ciudades o la muerte de algún miembro de la familia imperial.

Durante el Renacimiento, este estilo de arquitectura romana captó la atención de varios países, quienes erigieron numerosos arcos de triunfo por toda Europa. Con la llegada de los españoles a América, se trasladó la tradición de entrada triunfal con los famosos arcos efímeros que, a diferencia de los de la antigua Roma, no eran construidos para perdurar, al contrario, se elaboraban con materiales fáciles de montar y desmontar; sin embargo, poseían el mismo significado: enaltecer a gobernantes y realzar victorias.

Aun con la llegada de la Independencia, esta práctica continuó, ya que se siguieron levantando arcos en honor a emperadores, presidentes, libertadores, dictadores e incluso ferrocarriles.

Estas ceremonias de bienvenida se replicaron en varias ciudades del territorio, tal es el caso de Puebla, donde  también se erigieron estos “Arcos Triunfales”.

La calidad y ostentosidad de los mismos dependía directamente de las personas que los encargaban, por ejemplo las colonias española, francesa, inglesa y alemana erigieron algunos muy hermosos en las calles en torno al zócalo. En cambio, otros eran mucho más sencillos y estaban hechos de armazones de madera y pintados o decorados con papel o yeso.

De acuerdo con Bacre Parra, Víctor Manuel Rojas y Flores, Marco Antonio, autores del libro “Puebla a través de los Siglos” en la capital poblana se construyeron estos arcos en 1864 para darle la bienvenida al Emperador Maximiliano de Habsburgo y a la Emperatriz Carlota.

Estos arcos de madera se construyeron sobre la Avenida 8 Oriente, entre la 4 Norte y 8 Norte, (Antigua Calle del Alguacil Mayor).

Cabe destacar que Carlota pasó sus dos primeros cumpleaños como emperatriz de México en la ciudad de Puebla.

La segunda vez que se erigieron estos arcos monumentales en la ciudad, fue en 1901 con motivo de la visita del presidente Porfirio Díaz a Puebla. 

El arco principal de esta visita se colocó en el cruce de la Avenida Reforma y la 9 norte, donde se aprecia un  águila en lo alto del arco.

Luego de la visita de Díaz, estos arcos sencillamente se desmontaron y se desecharon.

Hasta la fecha, en las entradas de algunas comunidades o en fiestas patronales, se siguen erigiendo este tipo de monumentos.

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