Hoy Puebla es una ciudad que se ha convertido en el centro de una metrópoli que integra a varios municipios y en donde una misma calle divide los límites con otras demarcaciones.
Sin embargo, hubo un día, hace casi 300 años, cuando estuvo delimitada por dos cerros que hoy han quedado en medio de la ciudad.
También ya existían varios de los barrios que hoy conocemos.
La Puebla de 1724 quedó reflejada en un mapa que ahora forma parte del acervo del Ministerio de Cultura del gobierno de España.
En él se detalla que la ciudad estaba en medio de cuatro puntos cardinales que incluían los cerros de Belén y San Juan, hoy conocidos como Los Fuertes de Loreto de Guadalupe y el cerro de La Paz.
También hace referencia a dos corrientes de agua que corrían de norte a sur y que podrían ser los ríos que existían en la ciudad como el San Francisco y el Atoyac.
Según el mapa, al centro ya se encontraba una Plaza Mayor que hoy conocemos como Zócalo y la Catedral.
Al margen estaban los barrios que hoy siguen vivos, es decir, San Baltasar, Santiago, Santa Ana, San Matías, San Sebastián, San Antonio, San Francisco, El Calvario y Xonaca.
De acuerdo con la cartografía de hace casi 300 años, los límites de la ciudad estaban marcados por garitas y ya había propuestas para reubicar esas entradas a la Angelópolis.
Entre las alternativas se mencionan Amozoque, Tepoxuchil, Totomehuacán, San Baltasar, Amatlán, Cholula, México, Caleras, Tlaxcala, San Pablo y el Loreto, puntos que en algunos casos también siguen existiendo.